Historia

Prehistoria

El espacio territorial que hoy ocupa el término municipal de Valencia de Alcántara ha experimentado un poblamiento continuado a lo largo de los distintos periodos de nuestra historia, entendiendo como historia toda aquella manifestación a la que directa o indirectamente esta ligado el hombre. Dicho poblamiento nos ha dejado sus huellas más tempranas en las etapas que tradicionalmente se asocian al periodo conocido como la Prehistoria. Así, los primeros restos materiales encontrados en la zona de Valencia de Alcántara se asocian al Paleolítico en sus diferentes fases. Sin embargo, será la revolución neolítica y el nacimiento de las primeras y primitivas formas civilizatorias las que dejen una mayor impronta en forma de unas estructuras funerarias de carácter cultural y con un marcado carácter territorial como son los Dólmenes.

Estas construcciones, en las que grupos humanos que poseían ya una visión de trascendencia llevaron a cabo enterramientos tanto individuales como colectivos con la intención de marcar el territorio con los cadáveres de sus antepasados, forman hoy uno de los conjuntos megalíticos más importantes de Europa y con sus 41 dólmenes fue declarado en 1992 Bien Cultural con Categoría de Zona Arqueológica. A la importancia simbólica y cultural de estas construcciones se une la importante colección de ajuares a ellos asociados que nos hablan de las formas de vida de esos grupos humanos que se abrían lentamente a la complejidad social.

Edad Antigua

Generalmente se asoció al surgimiento de la escritura, como signo de complejidad cultural por antonomasia, el inicio de la historia (de ahí el término prehistoria). Sin embargo, hoy se acepta que la escritura dio paso a una nueva etapa histórica identificada como Historia Antigua. De esta forma, serán los cronistas romanos los que con sus relatos narrativos introduzcan a Valencia de Alcántara en esta nueva etapa, ya que la zona aparece asociada en importantes fuentes a la realidad de un pueblo, el lusitano que, no sin importantes cargas subjetivas, quedará indisolublemente unido a la resistencia frente a la ocupación romana. De hecho, será esta resistencia la que, según Tito Livio, empujó al procónsul Décimo Junio Bruto a ceder a los pastores-soldados del asesinado Viriato unas tierras y un oppidum en los que establecerse de forma sedentaria y controlada, dándole a dicho asentamiento el nombre de Valentia. Objeto de una importante controversia historiográfica hoy parece aceptado por la comunidad científica que este asentamiento, posiblemente de origen pre-romano coincide con el actual núcleo de Valencia de Alcántara o sus proximidades.A esta conclusión, y a falta de una fuente epigráfica que lo atestigüe de forma definitiva, se puede llegar no sólo por la descripción geográfica que ofrecen las fuentes clásicas, sino también por los importantes y numerosos Restos Romanos hallados en la localidad, entre los cuales destacan dos puentes, un acueducto y dos fuentes (sólo una conservada). Algunas de estas obras junto a una red de calzadas secundarias son fácilmente encuadrables en la explosión urbana del siglo I d.c. y difíciles de entender sin un núcleo urbano o al menos semiurbano que lo justificase.

 Edad Media

La crisis en la que se vieron inmersas las estructuras del Imperio Romano a partir del siglo III facilitaron la instalación, violenta o no de pueblos invasores en su solar como colofón a un proceso de migración anterior. De entre estos pueblos el visigodo fue el que terminaría alcanzando la hegemonía en la península incluida la antigua provincia de Lusitania. En Valencia de Alcántara dicha presencia aparece reflejada en el registro arqueológico y constata la continuidad poblacional tras la caída definitiva del Imperio, continuidad que se prolongaría con la dominación musulmana.
 
Sin embargo, sería tras la reconquista de la plaza por la orden de Alcántara, en torno al segundo cuarto del siglo XIII, cuando ésta iría adquiriendo las características que definitivamente alcanzaría en los siglos XVI y XVII. Al igual que otras poblaciones de la actual provincia de Cáceres en Valencia de Alcántara llegarían a convivir tres civilizaciones de forma pacífica hasta que los criterios de pureza de sangre se impusieron con el decreto de expulsión de los judíos de 1492. Esta expulsión no evitó, por el contrario que el legado judío llegara hasta nuestros días gracias a la conservación de un Barrio Gótico en el que adquiere especial relevancia la Sinagoga, centro de la vida social y religiosa de la población judía que residía en la localidad. El valor de este importante conjunto encontró su reconocimiento en 1997 con su declaración como Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico.

 Edad Moderna

El siglo XV encabeza la transición del Medioevo a la Edad Moderna y es en este siglo donde un acontecimiento, la boda en Rocamador, de Isabel, hija de los Reyes Católicos con Manuel el Afortunado, rey de Portugal, marcará el inicio de unas relaciones fronterizas que serán centrales en el despegue urbanístico de Valencia de Alcántara y en su importancia como plaza fronteriza de gran interés estratégico. De esta forma, Valencia de Alcántara se verá indisolublemente unida a la variables y complejas relaciones con el reino vecino de Portugal. De hecho, será la adhesión de Portugal a la corona hispánica la que propicie el paso de Felipe II por las proximidades de la villa en 1580 y los intentos por romper dicha adhesión los que, a su vez, den lugar los duros enfrentamientos que marcarán el pulso del siglo XVII en el cual la bandera portuguesa llegará a ondear en la plaza. En cualquier caso, como ya hemos señalado, los siglos XVI y XVII supondrán el despegue urbanístico de Valencia de Alcántara con la construcción o definitiva definición de sus principales monumentos. Iglesias como Ntra. Sra. de Rocamador (auténtica joya del gótico) y conventos como el de Santa Clara verán la luz, pero también casas solariegas y fortificaciones. Todo ello configurará un recinto homogéneo del que se conservan importantes testimonios y que permanecerá más o menos invariable durante el siglo XVIII y principios del XIX, siglos en los que se mantiene la conflictividad con el reino de Portugal y en los que la plaza aparecerá en los censos como una de las más importantes de la actual provincia de Cáceres. A comienzos del siglo XVIII la villa recibe la visita de Felipe V, primer monarca borbónico, que inmerso en la Guerra de Sucesión decide hospedarse en el Convento de San Francisco, hoy propiedad de los duques de la Victoria en otro ejemplo de la relevancia de Valencia de Alcántara como plaza fronteriza.

Edad Contemporánea

El comienzo del siglo XIX, tradicionalmente asociado a los inicios de la Edad Contemporánea, será especialmente conflictivo en el caso de Valencia de Alcántara que se verá envuelta en dos conflictos de hondo calado como el fugaz conflicto conocido como la Guerra de las Naranjas (1801) o la Guerra de la Independencia que, en el caso de Valencia de Alcántara, comienza en fechas tan tempranas como 1811. Los rigores que estos conflictos impondrán a una población acostumbrada a vivir con las crisis de subsistencia y la escasez no esconden el dinamismo comercial de la villa asociado al tráfico fronterizo. Esta actividad, la del contrabando o estraperlo se convertirá en una fuente de ingresos fundamental para Valencia de Alcántara hasta la misma desaparición de la frontera en 1992. Durante el transcurso de este siglo apellidos ilustres como Espartero o Montesino aparecen asociados a Valencia de Alcántara. Sin embargo, el acontecimiento de mayor relevancia histórica para Valencia de Alcántara en el siglo XIX será la construcción de la línea de ferrocarril Madrid-Lisboa, ya que dicha construcción y la visita inaugural de Alfonso XII en 1881 significaban el salto definitivo de la localidad a la modernidad y la distinguía entre las poblaciones de mayor relevancia de la provincia y de la región.

La inestabilidad del primer y segundo cuarto del siglo XX estallaría en 1936 con la Guerra Civil entre el gobierno legalmente establecido de la República y las tropas nacionales sublevadas al mando del General Franco. Valencia de Alcántara, al igual que la provincia, se encontró desde el principio en la zona dominada por las tropas nacionales que, a la postre sería las vencedoras en el largo conflicto, de ahí, que la población valenciana no experimentase la tragedia directa del conflicto militar, hecho que, sin embargo, no impidió una conflictividad a nivel civil motivada por la gran inestabilidad y la situación bélica.

Con el final de la Guerra Civil el régimen franquista tomó cuerpo hasta que en 1975 la muerte del dictador pondría fin a un sistema que se sustentaba en su figura personal. Durante este largo período la población mantuvo su dinamismo asociado a la frontera y al hermetismo de un régimen que no confiaba ni siquiera en el régimen de similares características que se había establecido en el vecino Portugal. La llegada de la democracia y especialmente la adhesión a la Comunidad Económica Europea en 1982 significó el punto de partida en las relaciones hasta ahora soterradas de dos pueblos que, sólo políticamente, vivían de espaldas.

Sin embargo, la desaparición de la frontera terminó también con una estructura socioeconómica muy ligada a ella. Este declive de las actividades fronterizas intenta hoy ser suplido por una reorientación hacia el sector en la actualidad más productivo, el sector servicios. Turismo y servicios están llamados, por tanto, a ser hoy el futuro de una población históricamente apartada del desarrollo industrial, de una población que, pese a todo, mira al futuro con esperanza en la capacidad de los pueblos de invertir el rumbo del destino, trabajando con ilusión por un horizonte de convivencia común en una sociedad equilibrada que tenga como principal aspiración la búsqueda de la mejor calidad de vida posible para sus habitantes, una tarea en la que, como en otros episodios de nuestra historia, debemos trabajar todos.